viernes, 15 de agosto de 2014

La Isla . Never stop looking for what is not there



Abrió los ojos, tardó un tiempo para moverse, se levantó con pereza y encendió la radio, gustaba de escuchar las canciones de Juan Luis Guerra que colocaban cada día a esa hora.

Después de pasar por la fría ducha fue a su pequeña cocina con tope de madera rústica, entre elegante y pobre, empezó la rutina con cada paso que daba para hacer su café, dulce compañero de sus madrugadas en soledad. A través de su ventana de cristal de Miami vio a su fiel perro Tyko, ese blanco pitbull terrier que tanto le habían recomendado que no tuviera por peligroso. Tyko seguía cada uno de sus movimientos en silencio, tranquilo, esperando a su amigo de dentro de la casa.

Salió al patio, saludó con una caricia al perro y éste empezó a moverse a su lado, ambos fueron al asiento, él se arrellanó para degustar su negro néctar, sobre su regazo se acostó el can. Distraído veía la bella luna, era luna llena, parecía un enorme platón revestido de plata. Mientras sorbía la taza de café en su mano izquierda, aspiraba su aroma, sabor a campo, con la otra mano acariciaba la cabeza de Tyko, su pelo como la leche resaltaba en la oscuridad. Tranquilo y silencioso disfrutaba las caricias de su amigo, sus largas orejas descansaban de estar atento y vigilante toda la noche.

Una sola nube, larga y estrecha pasaba delante de la luna, lenta, sin prisa, como un sinfín que la partía en dos; de pronto un ruido en el jardín les sacó de su abstracción, un movimiento rápido sobre la grama, dos lagartos corren entre las hojas secas, se detienen, y vuelve el silencio, miran hacia el cielo y uno de ellos, el más grande, infla su garganta, como una vejiga translúcida, qué extraña puede ser la naturaleza algunas veces.

La brisa y el silencio le invitaban a meditar. Vino a su mente ese pensamiento raro sobre aquella isla,   era una escena ambigua, caos y paz convivían en ella. Sus amaneceres de veranos con lluvia, luz y sombra entre las gotas, ese olor a tierra mojada, a mujer cansada después de amar. A las hormigas, de tanto llover, les salían alas y se iban a refugiar en el porche de la cabaña junto al farol de luz intensa; bajo éste, del pasamanos de madera torneado al estilo inglés caía de vez en cuando una gota gruesa y solitaria que iba a parar al borde de la grama, justo donde se juntaba con el bordillo de tierra, acompañando a la anterior, iba haciendo un hueco como las heridas del amor. 

No sabía la razón, pero le daba paz, parecía una bella poesía, con nombre afrancesado, con calidez de mujer joven y olor a siempre te amaré. Puede que haya algo especial en ese lugar que nos enamora. Eso no pasa muy seguido pero a veces sacamos lo mejor de nosotros y allí estaba el momento y el lugar.

Tuvo de nuevo que volver a la realidad, ya no había café en la taza ni oscuridad en el cielo, ya salía el sol. Empezaban a cantar los pajaritos en el árbol, era hora de trabajar, pasó a su mesita, con sus largas manos tomó las hojas de papel. Revisó lo que había escrito la noche anterior. Al lado de su máquina de escribir estaba la nota de su secretaria, le había llamado insistentemente su mentor, él quería que sus escritos los revisara un corrector de estilo, quería que se perfeccionara la obra antes de lanzarla al aire, de exponerla al público. ¿Quién podría nombrarse juez de su locura? ¿Quién viviría su historia para decirle qué hacer? Ni siquiera él se atrevía a borrar una palabra o mover una coma o un punto, solo lo dejaba ser, lo escrito era vida, cambiarlo era como querer rehacer la historia pero la vida no tiene botón de pausa ni delete.

Al término de su lectura hizo un chasquido con los dedos, era su acostumbrada señal para la aprobación, le gustaba lo que veía en sus líneas, dio un pequeño golpe de felicidad en la mesita y la botella de Jack Daniel’s  Old No. 7 se fue al piso. Suerte que ya estaba vacía, porque de lo contrario sería un día que pasaría de muy mal humor y Lorena B, su secretaria, lo pasaría muy difícil. Todo esto le llenó la cabeza de ideas nuevas y como un impulso, fue haciendo notas al margen en su escrito, con tinta verde, la que decía le daba suerte y siempre era parte de sus éxitos, los más simples y los más notables. Puede que sea solo su imaginación o pura coincidencia pero si algo había de verdad es que siempre hallaremos un manuscrito en tinta verde antes de cada cheque cobrado.

En ese momento reprogramó el día, se fue su amado parque de las palomas y de allí llamó a su amigo, invitándole para comentarle su idea, hablarle sobre La Isla, y consultarle su parecer. Ellos se habían conocido por casualidad cuando coincidieron en un taller de ebanistería donde Manuel era el encargado de producción y calidad. Siempre le llamó la atención el que este taller estuviera al lado de una oficina de la compañía telefónica, no imaginaba todo ese polvo de madera volando por los aires entre las delicadas computadoras y los sistemas de comunicación del vecino, ni el olor fuerte de la madera recién cortada y de las pinturas y tratamientos anti termitas que debían usar en el espacio abierto donde se elaboraba cada puerta, ventana o mueble. Bonito era llegar a aquel lugar y ver entre troncos y madera curada a un gallo, dos perros, un chivo y la nueva cría de conejos del dueño del terreno. Era como la cabaña de Tío Tom pero con menos repercusión y valor social.

Desde ese día, lograron hacer una gran amistad, uno era ingeniero y el otro arquitecto, decidieron asociarse como hacían los caballeros, solo la palabra, el compromiso y un estrechón de manos. Llegaron a participar en varios proyectos juntos, pero ahora estaban cada cual por su lado, aunque mantenían su amistad franca y abierta. Al poco rato llegó el amigo, con tan poco ánimo que le quitaría la motivación a cualquiera para iniciar una nueva aventura, solo que ya nuestro personaje estaba muy alto para bajar.

Por los siguientes 40 minutos, su amigo le hizo una cantidad inmensa de preguntas, nada que ver con el tema. ¿Cuál es el nombre de esa flor? En ese momento recordó por qué siempre estaba triste el día de su cumpleaños, había nacido un 11 de septiembre, sus ojos se llenaron de lágrimas como aquel día aciago para toda la humanidad. Ocultó las incipientes lágrimas y, sacando al amigo de su desconcentración, empezó a contarle sus recurrentes pensamientos e imágenes sobre aquella isla, lo atractiva que le parecía y el extraño deseo de conocerla, de vivir cerca, de visitarla cada tarde al ponerse el sol. Amanecer sobre aquella tierra donde la lluvia hacía poesía y el sol se entremezclaba con el agua creando matices nuevos y la humedad daba sabores exóticos para compartir en el momento del café matinal. En eso se oía la voz del otro tratando de demostrar el porqué era mala idea su intención, podía conseguir obras del gobierno para construir escuelas, oficinas fiscales pero nunca esa locura de viajar a un lugar donde no conocía a nadie, las bajas temperaturas eran terribles, pero él no atendía a eso, su mente volaba lejos. Era una nueva y atractiva musa la que le llamaba y desde ya le inspiraba a escribir temas inéditos para su vida.

Las palabras de Jeanette Winterson  retumbaron en su cabeza. “si la gente está arriesgando su vida para leer,” Winterson dijo, “entonces hay algo en el acto de leer que el resto de nosotros hemos olvidado.” Acababa de leer por nueva vez su opera primaOranges Are Not the Only Fruit. Entonces quiso poner a prueba a su interlocutor, saber si estaba preparado para entenderle y para aconsejarle. Le interrumpió para preguntarle:
-¿Qué tú ves al final de la calle?
-Nada, solo una calle.
-Usa tu imaginación, como Peter Pan.
-No, nada.
-¿Oyes la Serenata de Beethoven? ¿Su sonata para piano No. 8?
-¡Estás loco! Parece como si vivieras en esa isla que mencionaste, ¿No es esa una forma de locura? ¿Te sientes solo?
-Todos vivimos en La Isla, ser el solitario o compartirla es decisión nuestra. Podemos quedarnos en la orilla y soñar que vamos al otro extremo del mundo, o hacer lo apropiado, quizás una balsa, e ir por nuestros sueños.
Si no tienes ayuda, o no entienden la importancia que le das para hacer tu balsa, toma tus troncos, únelos y con paciencia átalos y haz fuertes lazos de vida. Sé audaz y estarás en The Belle.
-¿The Belle? ¿De qué me hablas? 
-Déjame contarte:
En 1768, el rey George aprobó a McDougal la propiedad de la isla Hog por un monto de  194 libras esterlinas, prenda preciosa… -a este personaje le parecía una bella señorita a pesar de sus 246 años y haber pasado por 813 libras esterlinas a un tal Will Macomb.
Al día de hoy, un faro está construido en el extremo este, es la gema de la isla, junto a una fuente de mármol blanco al lado del lago. Sus poemas y sus cuentos tenían que contar de las noches y tardes de ese lugar.

No puedes hablar y mucho menos escribir de lo que no conoces, por eso se decidió ir a conocerla,  Soñaba con encontrarse de nuevo con Charlotte O’Neal, la que decía cuando la vio por primera vez: Esta casa ha estado en mi familia por 83 años y no se va a quemar mientras yo esté aquí. Y si no era Charlotte, era una Charlotte look-a-like, muy rubia, muy americana, una real Detroiter.

 

Era él un arriesgado y decidido jugador de la vida, iba al todo o nada cuando le interesaba una idea, era muy lejos de ser un Wanna be conformista. Era como Tyko, mordía y no soltaba. Siempre conseguía lo que quería, al menos, eso creía él para sus adentros. Se dijo a sí mismo: La verdad es, todas las personas de éxito que yo conozco lo obtuvieron de la misma forma; disfrutando de su trabajo, ganando experiencia, siendo pacientes, y finalmente, cuando la oportunidad de tener su propia luz llegó, ellos tomaron el toro por los cuernos y lo hicieron.

No sé si fue Morgan Freeman, o su personaje Morty Wildhorn, o lo que vivió él personalmente lo que le inspiró este reto. La mayoría de las veces la vida no llega a ser mejor que la fantasía. Muy a pesar de lo que contaba Morty, en verdad Bukaroo no es un premio literario, es una forma de llamar a un cowboy de la Gran Cuenca y California de los Estados Unidos, transformando al inglés la palabra en español vaquero. Pero el Buckaroo es un ser rústico, soñador, luchador solitario, era su retrato, la imagen en su espejo.

Sonrió y se digo a sí mismo: Creo que puedo sobrevivir conduciendo un Volvo el resto de mi vida, aunque hubiera preferido un Veloster.

Se dirigió con seguridad y le habló al cónsul: Buenas tardes, estoy aplicando para una comunidad de escritores en Detroit, ellos me garantizan una vivienda propia con título de propiedad en Hamtramck y me guían…  
Se va a una ciudad en bancarrota que no conoce, que no le conoce, a creer y a crecer juntos, Detroit, esperanza entre las ruinas.

viernes, 8 de agosto de 2014

Tomates Agrios y Salados. Quizás no eran agrios o salados, tal vez ni tomates


En la tarde del primer intento de sensatez, Liz le fue a visitar como cada tarde de domingo. La carita llena de luz y sonrisa blanca, ella le saludó con un gesto, su manita suave tocó el vetusto rosto de él, apenas se movió, no pronunció palabra alguna, cabeza agachada. Ella le acarició, peinando su pelo, él se enderzó y le miró con ojos profundos por tiempo sostenido al viento, entonces habló:

- Hola Liz.
- Veo que estás mejor, dijo ella.
- Sí. 
- Te traje unos dulces, yo misma los hice.

Liz procedió a destapar la canasta, delicadamente cubierta con un paño de percal bordado en sus tardes de espera. Eran frutas secas preparadas con miel de rosas y aceite de sésamo, varias piezas, siete en total. El la observaba en silencio, parecía no respirar por temor a marchitar aquella flor que adornaba el estrecho cuartito que ocupaba. 

- Cuéntame algo de ti, dijo Liz.
- Sabes? Sigo pensando en esos recuerdos.
- Aún piensas en eso? Sabes que no es verdad eso, no es más que tu imaginación.
- No me crees pero es algo que está muy dentro de mí, no puede ser otra cosa que algo parte de mi vida.
- A ver, qué recordaste hoy?
- Lo de aquella noche en el bar de Jimmy. Y mientras le narraba, su mente volaba a esas horas de la noche.

Llegó arrastrando su calzado ajado como su rostro por la polvorienta calle de ese pueblecito olvidado. La luna no mostraba completa su faz,  parecía tener hoyos en su lado oculto del alma, donde las caricias se quedaban nuevas en el recuerdo. Las paredes de las casas de adobe esta noche reflejaban colores desconocidos, parduzcos y tristes claroscuros que se iban difuminando al paso del tiempo muerto y asesino, pesado fardo de la civilización que no se acercaba. Las teas de las farolas en la callejuela de La Alegría hacían burla de su rostro herido por el tedio y la espera.

Por fin se decidió a entrar el esa taberna, la única del caserío, la del viejo Jimmy, con su letrero que saludaba con sorna; tomates agrios y salados, el plato que ofrecía el jóven Jimmy en años de crisis y esperanza a los obreros del tren,   aquellos que dejaban su sudar y su cantar alegre al colocar las traviezas pernadas sobre los perfiles de hierro que prometían traer la abundancia de la ciudad grande y el amor que esperaba.

Era un plato de vista no muy agradable pero por el precio de un centavo de dólar, podías llenarte el estómago de algo caliente y de buena cantidad, muy apropiado para los tiempos de crisis que se vivían en el sur. Era una mezcla de sangre de pollo, tomates adobados con naranjas que descartaban en el almacén de provisiones de la West Fargo, algunos vegetales traídos de la China y unos hongos raros del patio de Jimmy.

Nunca vino el amor, tampoco el progreso, los obreros se alejaron con sus cantos de añoranzas y aventuras no vividas en ese paraje olvidado por el diablo, recordado por Dios pero poco, como rezongaba el Jimmy cuando se abandonaba para ser el viejo nombrado.

Después de eternos segundos cruzó el portal y como cada noche pisó la madera desvencijada que rechinó anunciando llegada poco importante, de las siete mesas pocos borrachos movieron la vista de su jarra de aluminio donde brillaba el aguardiente por la luz que titilaba. Se encaminó a la mesita encorbada al lado del piano donde se entonaba una de las tres o cuatro tonadas que decía saber el Pesado Ernesto, aquel alfeñique envuelto en su gabardina gris pizarra y con la chalina a crochet que le había regalado la amante inglesa que vino con el tren el año de la luz.

 

Ya en su asiento tan delicado como la mesita, volteó a la cantina y haciendo una mueca, mostrando su dentadura imprecisa, le hizo saber al Jimmy de su requerimiento, el único vaso de cristal de la estancia, ahumado por las velas del tiempo bebido a lágrimas y su botella de ayer, marcada con el cuchillo para mostrar el nivel en que se guardó.

Liz le sacó de su ensoñación:

- Prueba uno, te hará bien. Y deja de pensar, eso de los tomates es una película que vimos juntos antes de que te trajeran aquí. 

Sin inmutarse continuó en lo suyo, y sorbiendo estaba su quinto trago cuando sonoramente crepitó la escalera al segundo piso donde vivía la reina, todos suspendieron su acto de macho pueblerino, de macho derrotado y envejecido. Paró el piano, el Pesado Ernesto apuró su trago con permiso de la indiferencia a la gracia femenina. Uno tras otro paso fue paseándose peldaños abajo la reina, vestida de cancán diluído como su carita de porcelana china pero vieja, sombrero en hiesta de pluma azúl.

Cruza todo el salón con garbo y la elegancia que le adornó años ha, cuando se ganó el título nobiliario de suprema de la cantina de los tomates agrios y salados, tan agrios como sus días y salados como las lágrimas dejadas caer después de recibir a sus subditos amantes. En silencio sentó al lado del único ser masculino que no conocía de sus caricias vendidas a destajo, al que extraña cosa le había picado y le amaba. Bebieron como cada noche juntos, callados y él admirado con su rostro de ángel que solo estaba ya en su mente enamorada.

Llegado el nuevo día por la ventana que se amarillentaba, él se levantó y, haciendo una reverencia, le besó la mano blanquesina y callosa. Disfrutó por unos segundos su perfume de gata juguetona y ojos galanos y se marchó hasta el próximo encuentro de amor.

Liz se enjugó una lágrima necia, sintió dolor en su garganta y su pecho, lo vio alejarse sin despedirse, junto a los demás se sentía vivir.  En el patio se sentó en una banqueta al sol, sonreía con la mirada lejana, como esperando el tren que no venía, viviendo en su tiempo soñado del cancán y la petite folies.

Ella no lo quería admitir pero su amor estaba destinado a pasar el resto de su vida en ese cuartito de paredes blancas y acolchadas, tomó su celular y llamó a cualquiera que la escuchara llorar.

jueves, 7 de agosto de 2014

Ya está con nosotros la historia creada en el Proyecto Philadelpia|Corazón Baldío

Corazón Baldío 

Corazón Baldío

Buen día compañeros de lecturas, en breve estará siendo lanzado a la venta el libro Corazón Baldío, nacido del Proyecto Philadelphia: https://www.facebook.com/events/882748548407070/, donde cerca de 2,000 personas pudieron obtener una copia gratuita.
Para los demás que por alguna razón no tuvieron la oportunidad de tenerla y para quienes quieren una copia dura será este lanzamiento. Estén atentos.

miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Dónde quedó la luz?

¿Dónde quedó la luz del amor que nos unió?
Cada mañana veo señales de humo
para en la tarde recoger las astillas secas
entre cenizas

¿Porqué no podemos ver el camino de regreso?
Si aún huele a humedad de almas
Dos pájaros del mismo nido
ese perdido en el horizonte

Tan cerca se siente la farola
pero no vemos su luz
camino a ciegas por despecho tenemos

La noche llega y el miedo ataca
laten dos corazones asustados a la soledad
extiendo mis alas para buscar tu plumaje
solo un roce y llegaré a ti de cuerpo entero


martes, 5 de agosto de 2014

Alejandro Palacio - El Higuerón (Video Oficial)

Alejandro Palacio - El Parrandón (Video Oficial)

Te seguire Queriendo - Alejandro Palacio ( Rafael Orozco )

Ya puedes comentar como usuario de Google identificado, con tu cuenta de Gmail. Esto se hace entrando a Google primero y luego al blog, así aparece tu nombre y podemos todos saber quién eres y cómo piensas.

Como es a veces difícil para algunos este procedimiento, se habilitó los comentarios Anónimos, es decir, sin el ID de Google. Esta opción es solo temporal, queremos que todos conozcamos a quien nos habla de manera pública.

Para una comunicación más diáfana, usa el ID de Google (Tu cuenta de Gmail) para identificarte en el blog.





Ese Tipo Soy Yo

Ignorarse mutuamente mientras los corazones se desangran es una forma de amar donde acecha el peligro.

domingo, 3 de agosto de 2014

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Día bohemio, para remembrar candentes amores en la playa mientras juegas en las sábanas tibias en esta jornada fría y lluviosa.

sábado, 2 de agosto de 2014


 Cuando los versos se visten de sal es porque han bebido del rocío de lágrimas.


No escarbes en la arena buscando el amor que perdiste, busca entre los días y las noches que viviste y verás en cual solar baldío lo dejaste.

Roxette - It Must Have Been Love



About 

Leovaldoalberto empezó muy joven a escribir versos, cuentos y pequeñas novelas. La primera colección de poesías la completó a la tierna edad de ocho años
Biography
Leovaldoalberto empezó muy joven a escribir versos, cuentos y pequeñas novelas. La primera colección de poesías la completó a la tierna edad de ocho años, con intensa proyección de sentimientos que mueve al lector, magnífica métrica sobre todo en sus sonetos y octavillas.

Publicó en el periódico del Colegio San Judas Tadeo y luego en la universidad UASD, cuando estudiaba arquitectura. Miembro de La Peña de Los Cuatro en los 70's, donde estaban los jóvenes más destacados de la época.

Hace tres años retoma el quehacer literario de forma pública, creando dos novelas Pecado Original (final 2010) y Edipo (2011), ediciones agotadas que planea relanzar en este año. Su nuevas obras son Versos Robados, colección de poesías y La Fábula del León y la Arañita, hermosa historia de amor en la selva de su imaginación. En su mesa se encuentra Journey to Detroit, cuya versión corta se ofrecerá de forma gratuita en su página de facebook La Petite Txandu a principios de marzo.
Description
Propuesta de la visión literaria del autor, sus formas, sus colores, sus acentos, sus esencias. Se procura mostrar el yo interior del autor, no solo proyectar su obra, aunque de paso se pasea por su carpeta de retazos literarios, no es la motivación principal de esta página.

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Cuando el amor está, la persona amada también...  
pero no puedes acercarte ni tocarla, el perfume de la rosa duele. 
Manía

Hoy debo confesar
Tienes razón
Hay locura

Mas como podría ocultar esta manía
Que se mete en la sangre
Inoculando su esencia

Esta necesidad que se renueva
De hurgar valle abajo
Para encontrarme con las rosas
la cañada húmeda
y el rocío que se vierte

todo lo que sueño
todo lo que me hace sentir
y por lo que escribo
tiene que ver contigo



Cae el Sol de tu Primavera

Cae el Sol de tu Primavera
Y no me abandona aun tu perfume
Ese que viene de muy adentro


Aquel que envolvía las noches
Y algunas madrugadas de amor
Frente al lago en Boquerón

Donde el coquí cantaba en serenata
Para adornar nuestras vidas atadas
Y los pajaritos cantores se detenían

Cae el Sol de tu Primavera
Y anochece la luna de mi otoño
Hoy orgulloso y gris verdugo de mi sino

El que sentí a la vera de tu sonrisa
Anuncio del paraíso en un abrazo
Sin sospecha de lo ajena que me eras


Cae el Sol de tu Primavera
En un mundo bipolar
Donde me haces otoño

En éste donde la verdad lacera
Viendo el ensueño esfumarse
Y Campanita no irá junto a Peter Pan


Rosa de Luna Clara


Rosa de luna clara
Que mueves los hilos del pensamiento mío
Ven a mojar los calores con tu agua
Dame de tu dulce néctar en rocío

Al toque de tus labios pétalos
Cae el orgullo y me doy por entero
Vuela mi mano a tus lisuras

Tiemblas al paso de mis dedos
Por los rincones en celo
Dejando brotar aguas puras

Vistes de percal tu gala
De amor bravío
Pequeño botón de hada

Que niegas ser mío
Trazos del alma

Puedo dibujar lo que se me antoje
Para eso llevo líneas quemadas a la noche
Continuidad de puntos sin pausa

Mano hábil, vista clara
Pulso a condición de la obra concebida

Templanza y temblores a deseo

Es pensar y soñar
Lo nuevo, lo vivido
Crear sin haber visto

No hay forma que se niegue a mi orden
Merced de mi acción
Y a mi tiempo

Todo estuvo a tono
Bajo control indiscutido
Todo hasta su ausencia

Recuerdos vagos de sonrisa cristalina
De aliento halagador
De roces en la piel pequeña

Esos intentos se han dormido en el papel
Pues me avergüenza reconocer
Que no me es dado dibujar

Trazos del alma
La culpa no cae al suelo
Ha llegado el solsticio de verano y se adelantan los pensamientos de otoño golpeando la conciencia. Con crueldad se van sucediendo en tropel sin pedir permiso ni esperar respuesta a sus cuestionamientos, no permiten que se digieran para declarar sentimientos afinados.
¿Fue cierto el amor? Lo que hoy se vislumbra como un espejismo, una fábula de hadas rosa, fue un oasis de dulces dátiles, de perfumes secretos, un bálsamo para éstos heridos de la gran tribulación, soñadores venidos del lugar de nunca jamás.
Se quebró la promesa, se olvidó el compromiso, lo que ante Dios se juró un domingo de marzo, dos lo ignoraron sin remordimiento. Fue tanta la sinceridad que hay heridas que no tendrán cura y caminos que no serán recorridos de vuelta. Las esperanzas fueron mayores que el amor y el amor tan inmenso que se olvidó la pasión y ésta un día despertó abrazada a un beduino. De veras siempre habrá tentaciones pero la tentación no es pecado, pecado es sucumbir sonriente y sin dolor a ella.
Si hubo culpa, es como un bien ingrato y desagradable que nadie quisiera poseer. Ninguno de los dos la asumirá como suya, nadie reclamará su propiedad.
La culpa es hoja espinosa y seca que ninguno permitirá que toque el suelo, la manotean de vuelta al del frente, la soplan con sus insultos mutuos, la codean como queriendo que ese golpe llegue proyectado a otra faz y dentro de otro corazón.

Esto solo de día y cuando sienten sus cercanías, porque muy de noche curan sus rodillas peladas de tanto bañar con sus lágrimas a esa flor de amor, esperando que ocurra el milagro que la reviva. Ambos, uno frente al otro están, sin reconocerse, sin sentirse, porque una pared invisible labrada de orgullo los separa.


Estás en la Otra Orilla

Este atardecer de fresca primavera camino en silencio por la playa soñada, donde prometimos unir nuestras vidas, donde los más cercanos habrían de celebrar este encuentro de dos almas errantes. Aquí o en algún sitio parecido serían nuestras noches de mieles para impregnar con nuestros perfumes escondidos las telas en rosa que nos cobijan en el festejo más íntimo.

Dos diminutos cangrejitos parecen caminar de la mano, uno con su manita más pequeña de azul y el otro con la suya fuertemente atada y de rosa; me presienten y huyen con prisa como sonando carcajadas picarescas, van de dulzura en sal y arena.



Mis pies descalzos reciben la caricia de la arena tibia de la tarde rojiza, una breve y tímida brisa venida del mar me trae el sonido de llamada de un balandro en la lejanía, mientras me besa para que no olvide. Hay silencio cortado por el agua que llega y se postra mansa, aquella que termina disminuida en su recorrido hasta rozar mi presencia en lo bajo como cosquillas de haditas.

El pelo de mi spring look se mece sobre mi frente movido por aleteos de las mariposas recordando su efecto, donde la casualidad se las ingenió para armar una nueva historia de una Julieta con bucles rubios y sonrisa de ensueño. Algo se mueve sobre el terreno suelto.

Detienes tu caminar y te acercas, yo juego con la arena haciendo un remolino, tú dibujas algo raro parecido a un corazón, abrazas y besas con pasión, te miras en los ojos que siempre amaste. Tus manos bajan sobre el pecho de hombre seguido por tu mirada, vuelves a besar, ahora con sonoridad. Regalas tu bella sonrisa, eso único que ha de perdurar en mis recuerdos.

Un rayo de luz de la tarde hiere tus pupilas por unos instantes, una bocanada de la mar parece decir tu nombre con el timbre de mi voz, solo para tus oídos y una lágrima se obliga a salir de tu mirada. Volteas para ocultarla mirando hacia el mar; hacia el mar se dirige la vista mía y la callada noche llega para recordarme que estás en la otra orilla.



Quiero sentir tu lluvia sobre mi cabeza

A la Patricia,
Quien robó mi corazón
y no me lo quiso devolver

17/11/2002


Quiero sentir tu lluvia sobre mi cabeza,
Mojarme en ti hasta saciar esta sed,
Que la vida me regale tu aliento
Y este perdure hasta el fin de los tiempos.

Quiero sentir tu humedad hasta los tuétanos,
Sentir que me ahogo y renazco una y otra vez,
Sentir que tu presencia me pela el pellejo,
Que tus aguas me embargan en un viaje
Cuyo destino eres tú.

Quiero bailar bajo tu jarina,
Sentir tus recónditos humedales,
Oler lo que huele tu humedad,
Y que tu perfume sea eterno.



Y volver a mojarme con tu lluvia,
Que mis mejillas se sonrojen con el tema,
Que me queme el calor de tus aguas,
Y ahogar un gemido de explosión,
Alegría bendita que solo puede llegar de ti.

Si eres rio llévame en tu caudal,
Si eres mar enséñame tus callados países,
Si eres lluvia bautízame con tu pudor,
Si eres agua de lavar limpia mis soledades,
Si eres agua de beber calma mi sed de amor.

Quiero que no tengas prisa al pasar,
Que calmadamente vueles sobre mi ser
Y como rocío de maná me alimentes cada día

Con el amor que nunca duerme.